13/5/11

CINE: El Placer, de Max Ophüls


CINECLUB ASOCIACIÓN AMIGOS DE LA NAU GRAN. GRANDES DIRECTORES, GRANDES PELÍCULAS: El placer de Max Ophüls. 13, mayo, 2011. 
El placer. Nacionalidad: Francesa, 1952. Dirección: Max Ophüls. Guión: Jacques Natanson y Max Ophüls sobre obras de Guy de Maupassant. Fotografía: Philippe Agostii y Christian Nateal Música: Joe Hajos. Intérpretes: Simone Simon, Daniel Gelin, Jean Gabin, Jean Servais, Pierre Brassen, Danielle Darrieux. Duración: 97 minutos.
Max Ophüls (1902-1955) es uno de los más grandes directores que ha tenido el cine. También uno de los más desconocidos. Autor de varias obras maestras realizadas en los diferentes países en los que vivió: su Alemania natal, Francia, Italia, Estados Unidos (siempre huyendo de la persecución nazi: era de origen judío) para finalmente volver a Francia donde moriría poco después de haber realizado la impresionante y revolucionario (en su planteamiento) Lola Montes (1955). Ophüls comenzó los estudios de periodismo pero los abandonó muy pronto al pasar al teatro, primero como actor (1919-1924), luego como ayudante de dirección y finalmente como director teatral. En el cine (al que llega en 1929) debuta como director en 1931. En 1933 realiza su primera gran obra Amoríos protagonizada por Magda Scheneider (madre de Romy Scheneider). En este filme se encuentran ya las principales características de su obra: excelente cuidada ambientación, preocupación por el detalle dentro de un soberbio preciosismo barroco, donde la cámara alcanza gran protagonismo. Amoríos se puede pensar que señala el comienzo de un cine alemán retórico de planteamientos melodramáticos con historias amorosas donde príncipes (o aristócratas) y pueblo llano se erigen en destinatarios de un destino cruel. Por eso se podría su obra como precursora de las vacuas producciones alemanas de tinte operístico y sensiblero que otros realizarán. Intentarán, acaso, imitar su estilo, pero la única identificación con se obra se encuentra en el ambiente y la época en que trascurre la narración.
Antes de realizar cine en Hollywoodd, fuera ya de Alemania, Ophüls, realiza excelentes películas como La mujer de todos (1934), Suprema decisión (1940) o De Mayerling a Sarajevo (1940). Tardará, después de este título, siete años en volver a realizar una película ya que Hollywood (donde se ha trasladado)  no parece interesarse por los delirios estéticos del director. El realizador Preston Sturges admirador de Amoríos no duda en avalarle. Gracias a él puede realizar La conquista de un reino (1947), un ameno, pero menor, filme de capa y espada. Será su segunda obra americana, Carta a una desconocidad (1948), la que explícita la grandeza del realizador alemán. Destaca también en esta etapa el fillme negro Almas desnudas (1949). En 1950 vuelve a Europa donde realizará cuatro maravillosas películas: La ronde (1950), El placer (1953); Madame D… (1954) y Lola Montes (1955), un filme, éste, revolucionario en la estética y en el montaje que fue remontado por los productores (entonces) para ofrecer una  versión más asequible a los espectadores. Será su hijo, Marcel (prestigioso realizador, sobre todo, de documentales), quien posteriormente remontará el filme de acuerdo a la idea que tenía su padre. Es la copia que se repondrá años después y que actualmente se puede ver en la edición en DVD. La muerte le sobrevino al director al terminar de rodar Lola Montes. No pudo iniciar el rodaje que estaba preparando sobre la vida del pintor Modigiani, cuyo guión sería el punto de partida de Los amantes de Montparnasse (1958) de Jacques Becker.
El placer parte de tres relatos del escritor Guy de Maupassat y es un brillante filme centrado en la soledad, la perdida, el dolor, el amor…. Baile de sentimientos, de personajes que juegan a vivir en ambientes y formas distintas de existencia. Película inolvidable, brillante ejemplo para conocer y admirar lo que significa el cine maestro del director, dibujado  siempre con precisa caligrafía. Su cámara inquiera, siempre en movimiento, es una marca personal, su clara firma. Movimientos nunca gratuitos sino integrados en la narración. Música, fotografía, interpretación se unen aquí para lograr una obra por encima del espacio y del tiempo. Basta recordar la filigrana (divertida) que es su (la más larga) historia central para admirar sin reservar el cine de Ophuls. Un filme imaginativo, delirante, barroco, bello. Posee esa fuerza que sólo los grandes maestros saben insuflar a las obras maestras o, como mínimo, cercanas a la perfección. Adolfo Bellido

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