27/2/15

ALBOCÀSSER, CULLA, CATÍ.

El pasado 21 de febrero realizamos una excursión al Alt Maestrat coincidiendo con la celebración  de las VI Jornadas Gastronómicas  de la TrufaDesde Valencia, nos adentramos en la provincia de Castellón y abandonando campos de naranjos y bosque mediterráneo, comenzamos a disfrutar de un paisaje más rocoso y montañoso poblado de carrascas y garrigas.




En nuestra primera parada nos detuvimos en Albocàsser población de origen medieval que se desarrolló  al amparo de  órdenes como Calatrava y Montesa hasta el siglo XIX. Allí pudimos visitar la Ermita Hospedería de San Pablo, edificación de estilo medieval comenzada a construir en el siglo XVI y que se amplió, con dos alas porticadas, en el siglo XVII para instalar la hospedería. Destacan los frescos de la ermita y las dependencias superiores decoradas con pinturas murales monocromas  que desarrollan escenas de la vida de San Pablo. 



Las paredes exteriores de la hospedería están recubiertas por una espesa hiedra catalogada como una de las más antiguas de la península.

Proseguimos nuestro camino disfrutando de un espléndido paisaje poblado de almendros y avellanos en flor. Con el cielo encapotado, entre rocas y profundos barrancos, atravesamos Benasal para dirigirnos, por una angosta y serpenteante carretera, hasta Culla.



Culla fue dominio musulmán hasta principios del siglo XIII,  con la reconquista Blasco de Alagón ganó la población para el bando cristiano, pasando posteriormente a formar parte de la corona de Aragón. La población se  nos muestra desde el camino asentada sobre una gran muela en la que destacan los restos del antiguo castillo destruido en el siglo XIX tras las guerras carlistas. Aquí, guiados por Ester, recorrimos el casco antiguo y ascendimos por sus callejuelas hasta “La Presó” y el Castillo. Desde los altos miradores pudimos contemplar el paisaje de la comarca con simas, barrancos, bancales de cultivo, las ermitas de San Cristóbal y San Roque  y de telón de fondo  la imponente imagen del Peñagolosa.



Aunque el sol intentaba dejarse ver, con el paso del día, el tiempo se tornó ventoso y frio. Con el viento más crecido y una incipiente llovizna llegamos a Catí. Allí hicimos un alto antes de la comida para adquirir quesos, trufas, embutidos, miel  y demás productos de la zona. Ya abastecidos nos encaminamos al punto estrella de la jornada, l’Avellà, para disfrutar de un estupendo menú donde la trufa fue la reina de la mesa. Rodeados de amigos nos deleitamos con embutidos, quesos, montaditos de cochinillo, elaborados milhojas de paté, sopa de almendras, cabritillo, dulces, vino de la tierra y muy buena armonía.



Tras la comida visitamos el Santuario de  l’Avellà  donde, cuenta la leyenda, una viejecita  ciega  y leprosa oyó la voz de la Virgen que le instaba a lavarse con el agua de la fuente que allí manaba, tras lo cual sanó y en ese lugar se erigió el santuario.  Del interior de la ermita destacan los frescos de Pascual Mespletera  que cubren tanto la bóveda como las paredes. Allí, algunos, nos arrepentimos por haber sido capaces de comer, tanto y tan bien.


Con el atardecer comenzaron a caer pequeños copos de nieve y emprendimos  el regreso de una “jornada deliciosa”.

(Texto e imágenes de Inma Sierra)

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