24/6/15

VIAJE A ALBARRACÍN-TERUEL


En el último fin de semana de mayo  iniciamos el último viaje del curso 2014-2015. 
Tierras turolenses con su capital Teruel, esa población que se dice, y es una gran verdad, que también existe. Hacia allá nos encaminamos recordando que en esa ciudad nació el músico Antón García Abril, compositor también de bandas sonoras. Y es que Teruel no sólo tiene que ver con leyendas de amantes sino también con el lugar donde naciera Segundo de Chomón, uno de los grandes del cine mudo, inventor de trucos y dador al cine de bastantes hallazgos técnicos. De la provincia es también el mejor director de cine de todos los tiempos, Luis Buñuel.






La primera parte del día nos llevó a esa hermosa localidad que es Albarracín. Construida sobre una roca y rodeada por el Guadalaviar sorprende al visitante por sus calles empinadas, sus casas colgadas sobre el río, sus insólitos rincones, su coquetuela Plaza Mayor, sus murallas y lo que queda de su castillo bereber. O su esbelta Iglesia que fuera catedral.
Una población llena de encanto y repleta de turistas que llenaban sus estrechas calles.

 Después de comer nos dirigimos, bajo la amenaza de lluvia, a la conquista del desconocido castillo de Peracense. Surge su mole rojiza, fantasmal, impresionante detonando su poderío, de manera sorpresiva en una curva de la carretera.



No se entiende como este castillo, grande entre los grandes, no ha sido promocionado como debe. Tres patios posee este castillo que conserva su torre con varias dependencias y sus piscinas en la zona noble. 


Debajo, muy abajo, se divisa el pueblo de Peracense y rodeando el castillo todo un paisaje de rocas enigmáticas semejando extrañas construcciones antiguas con rodas en su extremo como si se tratase de sombreros o de insólitas chimeneas.

Por un lado y otro el color rojo de la piedra de rodeno.




Dentro de uno de los patios del castillo, mientras escuchábamos las explicaciones de la guía, comenzó a lloviznar. Pero no llegó el diluvio que se oteaba al fondo por su gran negrura.

Efectivamente, en un lugar no muy lejano, había caído una gran tromba de agua. Ese lugar era Teruel. Nos recibió, ya sin lluvia, pero con el agua corriendo a raudales por sus calles. Llegar nosotros y dejar de llover fue todo uno.



Después de cenar en el hotel céntrico (al lado de la torre e Iglesia de Santiago) varios viajeros salimos a contemplar como resplandecían, con su iluminación, las hermosas torres mudéjares de las diferentes iglesias y, por supuesto, las de la Catedral.



La mañana siguiente realizamos una visita minuciosa y guiada por la ciudad donde además de sus torres mudéjares pudimos admirar varias casas modernistas. Y por supuesto el artesonado mudéjar de la catedral y el espléndido retablo del altar mayor.





Para el final de la mañana quedaba, como en el final del día anterior, una auténtica joya al arrimo del edificio de los amantes. Es la Iglesia de San Pedro. Hay que admirarla despacio, subir a la torre campanario, rodear, allá en la altura, su ábside y volver a bajar para recrearse con la Iglesia decorada enteramente, resplandeciendo con la luz de sus vidrieras o admirando el hermoso retablo central. Estilos mudéjar, bizantino y hasta modernista se unen para hacer de esta Iglesia uno de los mayores atractivos de esta ciudad de Teruel que si existe y está viva.

Después de la visita y antes de la comida tuvimos un curso de corte y cata de jamón. Como era menester para cerrar un excelente fin de semana.

Texto:Adolfo. Fotos: Elvira.


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