Gioachino Rossini (Pésaro, 1792 - París, 1868)
es conocido especialmente por sus óperas bufas. Cuando en 1822 visito a
Beethoven, éste le dijo “es usted un buen
compositor de ópera bufa: no deje de escribir siempre ópera bufa”. Lo cual,
según algunos, puede interpretarse lo mismo como un alago que como alusión a
sus limitaciones.
Rossini mostró un
extraordinario genio musical desde la más temprana edad y con tan sólo
dieciocho años entra en el mundo musical con su farsa en un acto La
cambiale di matrimonio. A partir de aquí siguió componiendo con éxitos
sonados en la mayor parte de los casos y repentinos fracasos, pero afianzándose
como el primer compositor italiano de su tiempo.
A partir de 1820
empieza a escribir óperas más serias, como Semíramis,
que no gustaron mucho. En
1925 presenta su Guillermo Tell, considerada su mejor
obra no bufa y que sería su última
ópera, aun cuando viviría cuarenta años más. Sigue siendo un misterio por qué
dejó Rossini de componer óperas; son muchas las teorías que tratan de dar
respuesta a este interrogante, desde el hastío hasta la falta de necesidad,
dada la riqueza que ya había acumulado, pasando por abundantes dificultades de
salud, o quizá porque consciente de que se había iniciado una era distinta, el
romanticismo, consideró que él no estaba preparado para hacer ese tipo de
música.
Durante un largo
período del siglo XX Rossini fue un compositor olvidado, salvo por su ópera El
barbero de Sevilla, que siempre permaneció en el repertorio. Sólo a partir
de la década de 1960 el creciente interés por su tiempo, su obra y por su
estilo hizo resurgir muchas de sus composiciones que a partir de entonces
empezaron a difundirse de nuevo. Entre ellas, La Cenerentola, La
gazza ladra, L’italiana
in Algeri, La donna del lago y sobre todas Guillermo Tell.
Fue un apasionado de la música, pero también de la gastronomía. Hay
tournedos
a la Rossini, canelones a la Rossini, huevos a la Rossini, pollo a la Rossini,
arroz a la Rossini, tallarines a la Rossini y un sinfín más de preparaciones “a
la Rossini”. Decía que “la trufa es el Mozart de los champiñones”.
Musicalmente Rossini era muy productivo y rápido
a la hora de componer. Durante diecinueve años fue capaz de escribir
varias óperas en cada uno de ellos. Por otra parte hay que señalar que no
tenía inconveniente en “tomar prestados” temas de otros compositores ni en
autoplagiarse. En El barbero de Sevilla
el tema del Zitti, zitti
fue tomado de las Estaciones de Haydn, y el aria cantada
por la dueña Berta (Il vecchiotto cerca moglie), de una melodía rusa.
Se cuenta que el día del ensayo
general de El barbero de Sevilla la
obertura que había escrito Rossini no aparecía por ningún sitio. Así que el
compositor dijo que no había otra solución que tomar una de las ya compuestas y
escogió la de Aureliano in Palmira. “Pero maestro – dijo Sterbini, el
libretista – si ya la empleó el año
pasado para Elissabetta d’Ìnghiliterra y trae mala suerte utilizarla dos veces.” – “No importa – respondió Rossini – la usaremos.”. Fue un acierto ya que el
carácter alegre, chispeante y humorístico de la obertura
prepara al público para las divertidas circunstancias y enredos de la trama
argumental.
El barbero de Sevilla es una ópera bufa
en dos actos con libreto de Cesare
Sterbini basado en el primer libro de la trilogía literaria del
barón francés Pierre-Augustin de Beaumarchais
(1775). El estreno tuvo lugar el 20 de febrero de 1816, en el Teatro
Argentina de Roma y fue un fracaso desastroso: la audiencia silbó y
abucheó. Poco después Rossini diría "Tuve
que huir ante la actitud de un público desenfrenado. Yo creía que me iban a
asesinar". Pero, parece ser que entre el público habían muchos partidarios de uno de los
rivales de Rossini, Giovanni Paisiello, que en 1782 ya había
compuesto El barbero de Sevilla,
y tomaron la nueva versión de Rossini como una afrenta siendo ellos los
causantes del abucheo. La segunda representación, unos días después,
fue todo un éxito, sin embargo, Rossini, alegando una indisposición, no asistió
Como curiosidad cabe señalar que en esta primera
representación el papel de Almaviva fue asignado por el mismo Rossini al
gran tenor español Manuel del Pópulo Vicente García.
El argumento de la ópera
es sencillo, Bartolo,
viejo doctor, tiene planeado casarse con su joven pupila Rosina y
la mantiene casi en cautiverio. Por otra parte el Conde de Almaviva
está enamorado de Rosina y ella le corresponde, para conseguir salvarla de
las garras de Bartolo, el joven conde pide ayuda a Fígaro,
barbero local, así fingiendo ser primero un militar borracho y posteriormente
un maestro de música consigue infiltrarse en la casa de Bartolo y,
después de innumerables enredos, los jóvenes amantes consiguen unirse en
matrimonio.
(Manuela García)
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