“La razón última de toda travesía es la atracción que
genera la línea del horizonte.
Por eso la aventura, en su sentido más desnudo, requiere
únicamente un punto de fuga,
resultado de la fricción entre un estado presente y una
imagen futura,
y una línea de horizonte, tras la cual se oculte la
promesa.”
Rafael Argullol
El cazador de instantes
Como dije al
finalizar el viaje, en las palabras de agradecimiento a la Junta de la
Asociación y al equipo de personas que se responsabilizaron de la dirección y
coordinación del viaje (Adolfo, Patricia y Felipe), éste se podría resumir así:
partimos el 22 de octubre con estricta puntualidad, ilusión y muchas expectativas; y
regresamos el 27 a hora adecuada, satisfechos por lo vivido y contentos por haber
compartido una nueva experiencia enriquecedora.
El programa sabíamos
que era denso y variado; y se desarrolló punto por punto, además de las
esperadas sorpresas que nunca faltan;
siempre con precisión y normalidad, sin incidencias desagradables; con
puntualidad, característica de la casa; y sobretodo, con un ambiente exquisito
de cordialidad, de confianza y de colaboración que tanto se agradece cuando se
viaja en grupo. Por tanto, de entrada, deseo destacar que el factor humano
resultó clave, como otras veces, para que la experiencia fuese positiva. Así,
tuvimos la suerte de contar con un buen conductor, Felipe, además de ser persona
servicial y amable; con Patricia, guía ya conocida por muchos, quien a su
profesionalidad en el ejercicio de su labor para que todo saliese según lo
previsto, añadió simpatía y cordialidad; y el amigo Adolfo, alma mater del viaje, quien siempre sorprende
derrochando cultura y buenas maneras, enriqueciendo cualquier visita con sus
conocimientos de cine, historia, música… cual una enciclopedia viviente; ha
sido un trío eficaz y eficiente, lo cual es de agradecer, ya que estuvo a la
altura de la belleza de las tierras visitadas.
¿Y l@s viajer@s? De
entrada, diré que cada cual era una incógnita para el resto. Hoy puedo escribir
de cada persona del grupo lo mismo que en el párrafo anterior, y soy sincero en
mi halago. La cordialidad y la
amabilidad han estado presentes en todo momento; y la sencillez, el feeling que se registró desde el inicio
y el buen tarannà, que decimos en
valenciano. El resultado fue una experiencia viajera entretenida y
enriquecedora. Podría decir, en síntesis, que fue cual un grupo de amig@s que
tuvieren por costumbre conocer mundo de modo agradable.
Ya sé que alguien
estará pensando: Y del viaje, ¿qué dices? No creo necesario describir con
detalle lo ya sabido por todos. En todo caso, tampoco deseo ser descortés con
quien le place recordar lo que acaeció, y sí cabe destacar que es difícil ver tanto y tan variado en tan pocos
días. A mí, el viaje me pareció poliédrico
por las diversas caras desde las que se puede evocar; voy, pues, a intentar una
apretada síntesis, consciente de los muchos olvidos que voy a tener.
Para mi sorpresa, en
ese apretado programa y un día tras otro, fui observando como la Historia (en su recorrido por las
diversas épocas, desde la cultura de los primeros pobladores, los iberos, hasta
la etapa contemporánea, que nace en las Cortes de Cádiz donde se aprueba la
Constitución de 1812, La Pepa,
pasando por las referencias a la herencia del mundo árabe o las aportaciones
del Medievo) se fue alternando con la Arqueología
(ruinas iberas, púnicas y romanas de Cádiz, Écija o Baelo) o la Arquitectura de cualquier ciudad, concretada
en sus diversos monumentos (mezquitas, baños, catedrales, iglesias, museos,
palacios o castillos) haciendo un todo artístico con la Pintura y la Escultura
(en las diversas y ricas obras que en ellos se recogen). Por otro lado, y sin
darnos cuenta, a lo largo del viaje, la Música
y el Canto se asociaron con el Cine para llenar los traslados de uno a
otro lugar. Lo mismo sucedería con el Folclore,
al poder asistir a un colorido espectáculo en un tablao flamenco, o presenciar el
bello Baile de los Caballos Andaluces (Jerez). Siempre predominó la armonía en
el plan de cada jornada, en sintonía con el contraste, como sucedió con la buena
Gastronomía, donde se avinieron muy
bien las visitas a las Bodegas de Barbadillo y de González Byass-Tío Pepe, con
sus célebres y aromáticos vinos (fino, oloroso, amontillado…) con la degustación
por libre de la excelente oferta de tapeo (en cualquier ciudad) y el sabroso
marisco (Sanlúcar o Puerto de Sta. María).
En otro ámbito, lo
ecológico y medioambiental fueron de la mano en lugares puntuales, dando paso a
un bello y polícromo paisaje. Ello propició que el hecho de ver/mirar con
nuestros ojos deviniera en sensaciones placenteras para el espíritu en el
tranquilo discurrir del Buque Real San Fernando en un paseo fluvial; o al contemplar
el verde oscuro de los olivares (Écija y Baños de la Encina), o la cristalina blancura de las salinas
(yendo hacia Tarifa). Fue grato apreciar cómo se pasaba del intenso azul del
mar de la Bahía de Cádiz al cielo nublado y gris de Tarifa; o de la tibia tarde
en Puerto de Sta. María a la noche serena y fresca de Jerez. Se agradecía
comprobar la buena imagen de un cuidado parque de Doñana, ejemplo de protección
de su flora y fauna, que quedaría grabada en nuestras retinas, como también,
por contraste, el colorido de calles, plazuelas y rincones varios de Puerto de
Santa María, Vejer de la Frontera, Jerez, Cádiz o Sanlúcar de Barrameda, por
citar algunos de los lugares visitados.
Disfrutamos con plácidos
paseos (en Doñana, Vejer, Jerez, Puerto de Sta. María, Baelo Claudia) compensados
con alguna que otra reparadora siesta (en el buen hotel de Jerez). Recibimos con
buen talante la puntual, aunque inesperada, lluvia que apareció por Cádiz o Tarifa,
que sería compensada con plácidos baños de sol al recorrer el estuario del
Guadalquivir o en el sosiego del poblado púnico-romano de Baelo. Y los madrugones
tuvieron su contraste en las salidas nocturnas de los más osados, bien para
disfrutar de una rica cena bien para presenciar un buen espectáculo. Hasta se
apreció un interesante contrapunto en las explicaciones detalladas y doctas de
una guía y en la crítica graciosa y el salero espontáneo de otra; también en las
intervenciones del dúo Patricia & Adolfo. A la cordialidad y el buen
servicio, tónica de casi todos los restaurantes, no le faltó la excepción de
Sanlúcar con un encargado estirado, si no agrio en el trato. Y como no, las
jotas de una aragonesa tuvieron su otra cara en el bello canto de un valenciano;
o la espontánea actuación de un grupo de andaluces, hombres y mujeres, con sus
canciones y algún pase de baile (en la travesía hacia Puerto de Sta. María), se
completaría en otro momento con el repertorio de interpretaciones populares por
el grupo que rubricaron el regreso en el autobús hacia Valencia. Ni siquiera faltó
algún que otro despiste al despedirnos, no obstante los reiterados avisos de
Adolfo: bien perdiendo el reloj en la prisa de recoger la maleta, bien confundiendo
una caja de vino ajena con un bulto
propio, que todo ello también forma parte de la sal y pimienta de un viaje.
En definitiva, si
ahora, en la tranquilidad del propio hogar, uno se decide a recuperar las mil y
una imágenes grabadas por la mente o recogidas en nuestras cámaras, podremos
apreciar cuántos y cuan diversos fueron los lugares visitados; los gratos
momentos vividos compartiendo las sensaciones y sentimientos, con los que
también se construye un viaje; y los diálogos y las bromas que hacen hermoso cada
instante. Porque en el fondo, viajar
es encontrarnos con otras personas
que no conocíamos antes o con los amigos de siempre, y gustar/disfrutar de sus
observaciones, de sus comentarios, de sus risas, de sus sugerencias, en
ocasiones hasta de sus confidencias, pues con esos sutiles y frágiles
materiales se construye la aventura de cada jornada y se nos van abriendo
caminos que no conocíamos, o recuperamos juntos las huellas perdidas de otros ya
hechos. Viajar se convierte así en el modo de disfrutar las delicias del
pensado caos que resulta ser el
programa, éste fruto del esmero, la dedicación, el buen gusto y la pasión que
ponen quienes lo diseñan. Y aún más, viajar es un modo de crecer y enriquecerse
como personas y de lograr experimentar instantes de felicidad con las cosas
sencillas.
Termino con la bella
idea de M. Yourcenar: “Toda cortesía me
conquista”. A mí me conquistó también en este viaje la cortesía de cada un@
de ustedes. Por ello les doy las gracias, y por su amabilidad, sencillez y
compañía. Y como cada viajer@ fue y actuó como “uno de los rayos de la rueda”, ésta –el viaje- rodó plácido y feliz, como una buena rueda, por las
bellas tierras gaditanas hasta su punto final. Espero encontrarles en el
próximo, por Murcia y Cartagena, o en el siguiente por Extremadura. Hasta
entonces, disfruten cuanto puedan y sean felices. Con mi cordial saludo.
Texto de Ximo Martí
Fotos de Juan Antonio
No hay comentarios:
Publicar un comentario