Los días 25 y 26 de
enero de 2014 nuestra asociación, Amigos de la Nau Gran, dispuso hacer un viaje
para seguir conociendo nuestras ciudades, de España.
La salida como
siempre, partiendo de la Facultad de Geografía e Historia, bien tempranito, a
las siete de la mañana, iniciamos el viaje.
Los pasajeros ya
conocidos de algunos viajes anteriores se volvieron a reencontrar. Y los que lo
hacía por primera vez disfrutaron conociendo a nuevos amigos.
El madrugón mereció
la pena, ya que con puntualidad se acudió a la cita, en la hora programada, con
júbilo y alegría por parte de los cincuenta viajeros que salimos, en primer
lugar, hacía Cartagena, no sin antes, claro, hacer las paradas pertinentes para
ir al aseo o tomar un café bien calentito ya que en esta época del año es lo
que más apetece.
CARTAGENA: Se trata de una
ciudad solemne con grandes avenidas y edificios con Historia. Sus parques
alegran el entorno al dibujarle el colorido de sus plantas y los variados
árboles milenarios.
Hacía, en ese
mañana, fresco, pero al ser el clima seco, el sol bañaba las calles
ofreciéndonos un abrazo caluroso, haciéndonos sentir como su estuviéramos en
casa.
Las primeras
visitas se acogieron con entusiasmo, deseosos como estábamos de conocer la ruta
que íbamos a seguir.
En primer lugar el Castillo de la Concepción, situado en
la colina del mismo nombre, construido por Alfonso X el Sabio en el siglo XIII.
Un punto de vista estratégico y defensivo de la ciudad durante varios siglos.
En la actualidad la
torre de homenaje alberga el centro de interpretación de la Historia de
Cartagena, ya que desde lo alto se divisan las mejores vistas del puerto y del
casco urbano. El recorrido se completa con las estancias anexas a la torre
donde se acerca la textura visitante a la Edad Media de la ciudad.
El ascensor
panorámico con sus 45 metros de altura es el medio perfecto para llegar al
Castillo, salvando así el desnivel de la colina, y reconfortando, de esa
manera, el caminar de los visitantes, aunque algunos de nosotros preferimos
subir a pie para así hacer ejercicio. En el camino encontramos algunos
ejemplares de Pavos Reales, que con su bello plumaje nos hicieron sentir la
hermosura de tan bello y delicado animal.
Conocimos también
la magnífica arquitectura defensiva del Mediterráneo, adentrándose en el
importante sistema defensivo militar de la Bahía de Cartagena y es que desde
finales del Siglo XVII cuando Cartagena se convirtió en la base permanente de
la escuadra Naval que revive a diario con la artillería del Fuerte. Castillo,
el foro romano (el Molinete) uno de
los mayores parques arqueológicos urbanos de España (Edificio del Atrio, para
la celebración de los banquetes religiosos, el complejo termal, la plaza
porticada…), las murallas púnicas,
restos de la cripta de S. José del siglo XVII con sus danzas macabras. Un largo
recorrida matutino.
Terminadas esas
visitas, deseos de descansar, nos dirigimos al lugar donde nos esperaba la
deseada comida. El cerebro se nos había llenado de Historia pero el estómago estaba
inquieto, ya que desde el lejano desayuno nada habíamos tomado. Ni siquiera una
cervecita acompañado de un buen picoteo.
Cansados llegamos
al restaurante, un barco flotante instalado en el Puerto.
La comida fue
exquisita, sin siquiera darnos cuenta que el barco nos mecía lentamente.
Disfrutamos también de una ocasional música a toque de Acordeón. Al final, o
entra plato y plato, tuvimos ocasión de acogernos en la cubierta a una
espléndida vista panorámica embellecida por el solo que caía en las primeras
horas de la tarde. Se dispararon las fotografías y tomas como si se tratase de
la secuencia de una película.
Con las pilas
recién cargadas y las piernas descansadas nos pusimos de nuevo en marcha para
visitar el Museo Teatro Romano. A
través del Museo, que se encuentra en la Plaza del Ayuntamiento, por una
galería subterránea que atraviesa un calle (obra de Rafael Moneo) se llega al
magnífico Teatro Romano en el que cabían 7000 espectadores y que posee una
admirable fachada escénica en la que destaca el juego cromático de los
materiales empleados.
Dimos terminada la
visita a esta bella ciudad junto con sus ruinas coronando la historia de un
pasado que nos lleva a conocer como eran, vivían y pensaban en aquellos
tiempos.
En el autobús nos
esperaba Miguel, el conductor, simpático y siempre eficiente al volante, para
llevarnos al hotel Arco de San Juan situado en la plaza de Ceballos de Murcia.
Llegamos sobre las
siete de la tarde. Esther, nuestra guía, nos entregó las llaves de nuestras
habitaciones y, al fin, pudimos ocupar con deseo de descansar la habitación.
Antes de cenar, un baño para refrescarnos.
El hotel, una
restauración del antiguo palacio del Marqués de Floridablanca, era acogedor,
limpio y cómodo con un servicio, recepción, metres y camareros, eficientes. Una
estancia ahí corta pero agradable. La cena, que comimos con gran apetito,
estupenda. Y en ella la sorpresa de que Adolfo, como es habitual, de la rifa.
Con gran alborozo esperábamos que saliera una nuevo número porque pensábamos esta vez seguro que nos toca.
Después de cenar
varios salimos a pasear por las calles (el hotel estaba muy céntrico al costado
de la catedral), otros prefirieron irse a descansar. La noche era cálida y
apetecía realizar una primera visita a la ciudad. Los edificios de la ciudad
estaban iluminados, y las calles estaban repletas de gente. El paseo se alargó
más de una hora.
Personalmente
cuando llegué a esa cama de la habitación de un metro ochenta, me deje caer y
en pocos minutos ya estaba con los ojos cerrados y durmiendo profundamente.
A la mañana
siguiente después del desayuno nos esperaba el guía que nos iba a enseñar la
ciudad. Antes dejamos las maletas en el autobús.
Recorrimos la plaza
de la Glorieta, la de los Apóstoles, la del Cardenal Belluga, las más conocidas
y transitadas de la ciudad, ya que ahí se encuentra la Catedral, el
Ayuntamiento y el Palacio Episcopal. La plaza del Cardenal Belluga está
presidida por una escultura de tal personaje, obispo y soldado.
Accedimos a la Catedral, de trazado barroca, que
contrasta con el estilo del Nuevo Ayuntamiento de Rafael Moneo situado frente a
su puerta principal.
Su portada de
estilo barroco posee gran belleza y monumentalidad. Está dedicada a la Virgen
Maria titular del templo y tiene dos cuerpos horizontales y tres tramos
verticales. Las puertas llamadas de las Cadenas de estilo plateresco y la de
los Apóstoles de estilo gótico florido son los otros accesos a la Catedral que
posee la torre campanario más alta de España.
La Catedral de
Murcia resume más de 600 años de Historia y de Arte. Su construcción tuvo lugar
sobre la antigua Mezquita Mayor de la ciudad. Se comenzó a construir en 1394 y
se concluyó en 1462, momento en que se cerraron sus bóvedas. Desde ese año y
hasta finales del Siglo XVIII vivó puntuales reformas y añadidos, de ahí los
múltiples estilos artísticos que la configuran.
Dentro, referido a
la parte central, el guía no pudo explicar demasiado debido a que habían
comenzado los Salmos cantados con anterioridad a la Misa. De todas maneras
pudimos admirar el Retablo de la Capilla Mayor y el lugar donde se guarda el
corazón de Alfonso X. el trascoro y varias capillas.
Al salir el día se
mostraba espléndido con un sol que nos calentaba y nos llevaba a desprendernos
de los abrigos,
Todo se unía para
completar un viaje muy completo que nos enseñó a todo el grupo a apreciar mucho
más lo que tenemos y de los máximos detalles que pasan normalmente
desapercibidos.
Después de la
Catedral visitamos el Real Monasterio de
Santa Clara. Toda una sorpresa. El Monasterio alberga una parte muy
importante del arte y la Historia de la ciudad. Enclavado en el antiguo barrio
amurallado de la Arrixaca, fue construido en el Alcázar del Palacio Islámico
del Siglo XIII. Con la conquista cristiana el lugar se convirtió en Palacio
Real de los Monarcas Castellanos hasta que Pedro I en 1365 se lo entregó a la
Abadesa Berengueda de Espín de la Orden de Santa Clara. Posteriormente se
construyó una Iglesia anexa. Hoy se ha podido recuperar el estanque del Palacio
árabe original del estilo de los patios característicos de la arquitectura
granadina y en el que se reproduce, ahora, parte de la flora original formada
por palmeras, ciruelos, cítricos, albaricoqueros, granados… La unión del agua y
la vegetación crea un ambiente evocador típico de la grandeza del periodo
musulmán.
Por último
visitamos el Museo Salzillo creador
a principio de los años cuarenta del siglo pasado con el fin de difundir la
obra de uno de los mejores imagineros de España. El Museo está formado por los
pasos procesionales de la madrugada del Viernes Santo. También contiene un
Belem, del propio escultor, de más de quinientas piezas. Los pasos de Semana
Santa que Salzillo hiciese para la Real Cofradia de Nuestro Padre Jesús se
encuentra en la primitiva capilla de la Iglesia del mismo nombre que la
cofradía. En cada capilla de las que conforman la planta centralizada, se sitúa
un paso que representa una escena de la Pasión.
Terminada la visita
guiada de la mañana alguno todavía fue a visitar el sorprendente Casino de la
ciudad (también era magnífico el de Cartagena), Después una deliciosa comida
antes de regresar a Valencia.
Cristina
Cordón
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