Segundo día, 21/05/2016
La primera idea, para comenzar la excursión,
era ir desde Boí a Erill La Vall,
pequeño pueblo con una interesante iglesia para visitar, sin embargo se decidió
ir un trocito en autobús con el grupo Cultural hasta Barruera pueblo en el que
comenzaríamos nuestra caminata por la
“Ruta del Agua”.
(Foto de hermanas Miró) |
Llegamos a Barruera donde nos separamos los dos grupos. Nosotros
hicimos una pequeña visita del pueblo donde vimos la iglesia de Sant Feliu y algunas de las curiosas antorchas de madera
de pino de las Fallas, fiesta popular de de la zona donde el fuego es el
protagonista.
Fuimos andando
bastante rato al lado del río Noguera de Tor hacia Pont de Saraís ,
camino frondoso donde encontramos hayas,
pinos, boj, avellanos, etc, y gracias a esa frondosidad y la posibilidad de
encontrar agua pudimos soportar el calor que cada vez iba siendo más intenso.
Desde El Pont de Saraís al pueblo en ruinas de
Saraís la subida era muy empinada por lo que fuimos bajando el ritmo de la
marcha.
Los restos que quedaban del pueblo tenían un
gran encanto. De su Iglesia quedaba la espadaña en pié y por dentro unos trozos curiosos de mural
entre los cascotes del derrumbe.
Decidimos andar un poco más antes de comer. La
primavera estaba rutilante, con parajes repletos de lirios azules.
La comida tuvimos que hacerla en un camino
angosto y después de descansar un rato nos fuimos
hacia S. Quirc. Mucho calor y subidas muy pronunciadas hacen
que estos kilómetros nos parezcan más
que los que son en realidad. Algunos de nosotros cuando llegamos a S.
Quirc no miramos hacia la Ermita sino
hacia la fuente a la cual fuimos disparados pues ya llevábamos sin agua
bastante rato.
Las vistas panorámicas desde el mirador nos
reconfortaron, el valle abajo se cerraba a lo lejos con el macizo de Coma-lo-Formo.
Allí descansamos y disfrutamos de la
pequeña ermita del siglo XII.
Luego comenzamos el descenso hacia Durro y
allí visitamos su iglesia, donde había restos de un magnífico cristo románico. Ya de vuelta el camino era en descenso casi
todo el tiempo.
El cielo se iba poniendo oscuro y el grupo se
fue dispersando, cada uno ajustó la marcha a su ritmo por lo que fuimos llegando a Boí escalonadamente, aunque todos al final
corrimos para que no nos cayese encima la tormenta que se avecinaba. Afortunadamente
no nos mojamos, aun así, cuando los
últimos llegamos al hotel otros ya se estaban tomando en el bar la 2ª cerveza.
(Texto e imágenes de Luz Rodríguez)
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