18/12/17

VIAJE A LA DESCONOCIDA GUADALAJARA

Esta provincia, injustamente olvidada, nos ha ofrecido toda su belleza. Posee un rico e interesante patrimonio natural y cultural.

En el parque natural de la Sierra Norte está ubicada la zona de la arquitectura negra. Se trata de un conjunto de pequeños pueblos con una fisonomía arquitectónica peculiar. Están construidos completamente de pizarra negra, material muy abundante en esta zona, tanto viviendas como iglesias, incluso una plaza.




Estas poblaciones, prácticamente deshabitadas, cobran vida los fines de semana y vacaciones. Hay casas rurales para alquiler, se organizan campamentos y talleres para dar a conocer su tesoro paisajístico y medioambiental. Vimos dos ciervos y también cabras sueltas por la calle y por los tejados.


La capital de la provincia, Guadalajara, fue fundada por los árabes. Alcanzó esplendor cuando se instaló la familia de los Mendoza, en la segunda mitad del siglo XIV y comenzó su decadencia con la marcha de estos a Madrid en el siglo XVII. La fábrica automovilística Hispano-Suiza, creada en 1917, situó a Guadalajara en la cúspide de la industrialización en España. Estaba destinada a la producción de vehículos de lujo y armamento bélico. Cerró tras la Guerra Civil. Queda muy poco patrimonio antiguo.

El palacio del Infantado perteneció a la familia Mendoza. Es de estilo gótico isabelino con elementos mudéjares, construido en el siglo XV. Perdió su decoración interior, hecha totalmente de madera, en 1936 al estar ardiendo tres días con sus tres noches. Destaca su impresionante fachada y el patio de los leones, de dos galerías.




El palacio de los marqueses de Villamejor del s. XVII, conocido como de la Cotilla, debe su nombre a que a una de las sirvientas de la casa, le desgarraron la cotilla en una agresión que no tuvo mas trascendencia, pero el palacio tomó el nombre de este hecho. Su estancia más valiosa es el Salón Chino, cuyos lienzos son de papel de arroz pintado a mano, en los que se representan escenas de la vida de la china medieval.

El Panteón de la Condesa de la Vega del Pozo, construido a finales del siglo XIX por orden de la duquesa de Sevillano, se eleva sobre una colina y su cúpula de cerámica vidriada es uno de los hitos de la ciudad. Tiene un aire bizantino. En su interior destaca el grupo escultórico de la cripta, que representa el entierro de la duquesa.











Visitamos la Alcarria, comarca mundialmente conocida por la obra “Viaje a la Alcarria” que Camilo José Cela escribió en el año 1946.



La villa de Zorita de los Canes se encuentra bajo la protección de un majestuoso castillo, antigua alcazaba construida en el siglo IX. Cerca del municipio se encuentra la ciudad visigótica de Recópolis, de gran interés, fundada por Leovigildo y dedicada a su hijo Recaredo, que es uno de los conjuntos arquitectónicos de la época visigoda mas antiguos de Europa.



En la villa de Pastrana, de trazado medieval, conocimos la historia de la princesa de Éboli quien, por orden de Felipe II, pasó los últimos once años de su vida prisionera en una habitación de su propio palacio. En esta época solo se le permitía salir a un balcón enrejado de su aposento durante una hora al día. Este hecho dio nombre a la plaza donde se encuentra ubicado el Palacio Ducal, la Plaza de la Hora.


 Torija es la puerta de la Alcarria. Camilo José Cela la definió como “Un pueblo subido sobre una loma” en su libro “Viaje a La Alcarria” del que hay un museo en el interior de la torre del homenaje del castillo. Este está hoy totalmente reconstruido y en su interior hay una exposición del patrimonio de Guadalajara. Se piensa que fue fundado por los templarios, sirvió de atalaya defensiva durante mucho tiempo, fue volado durante las guerras de la Independencia y la de 1936-39 de España.


De la comarca de la serranía conocimos algunos municipios:
Cogolludo. Su nombre viene a significar cogollo debido a su ubicación sobre un cerro y al apiñamiento de sus casas. Visitamos el palacio de los Duques de Medinaceli, de estilo renacentista, del que solo se encuentra totalmente reconstruida la fachada.




Albendiego es una pequeña aldea en la que pudimos ver una bonita muestra del románico rural, la Iglesia de Santa Coloma. Templo de finales del siglo XII que tiene un hermoso ábside con celosías labradas consideradas como lo mejor del arte mudéjar.





Atienza se encuentra situada en la ladera de un cerro. En la cima del cerro destaca el viejo castillo. Tenía doble muralla, por lo que resultaba bastante defendible. Desde lo alto de la torre del homenaje divisamos toda la comarca. De este castillo salieron el domingo de Pentecostés los arrieros de Atienza con el rey niño Alfonso VIII, disfrazado de arriero entre ellos, para ir a la ermita de la Virgen de la Estrella en romería, burlando la vigilancia de los partidarios de su tío Fernando II que los habían sitiado, y llevar al rey a lugar seguro. Este hecho se recuerda cada año en la fiesta de la caballada.

Sigüenza era una ciudad medieval muy próspera de la que nos quedan algunos vestigios. Su castillo, ocupado por diversos pueblos a lo largo de la historia, hoy es un Parador que domina toda la ciudad desde lo alto. Pudimos ver las murallas y el patio.




En la Catedral visitamos el panteón del Doncel, cuya hermosa escultura destaca por su perfección y peculiar postura. No se muestra al Doncel en posición yacente, como en el resto de tumbas, sino leyendo posiblemente La divina comedia. Es probable que sus padres quisieran recordarlo de esta forma dada su temprana muerte.













También en la Catedral conocimos la sacristía de las cabezas, llamada así por el gran número de cabezas que hay labradas en el techo. Pudimos contemplar los seis primeros volúmenes (cuatro del Antiguo Testamento y dos del Nuevo) de la Biblia políglota del Cardenal Cisneros, escrita en hebreo, griego, latín y arameo.



Disfrutamos en la casa del Doncel, aunque éste nunca fue su propietario, actualmente convertida en restaurante, de la jornada gastronómica de las setas. Buen final para un viaje en el que reinó la armonía característica de todos los Amigos de La Nau Gran.





(Texto y fotos de Carmen Marco)  


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